
La vida es un rompecabezas, un montón de piezas que deben juntarse exactamente, sin forzarlas, para formar un cuadro completo. Suena fácil, ¿verdad? Para algunos de nosotros armar un rompecabezas es una pérdida de tiempo. Pero sus adictos dicen que es bueno para el cerebro, una terapia para los enfermos, y que deleita el alma cuando se ha formado todo el cuadro. Algunos son para niños, los hay fáciles o difíciles, y algunos son un reto enorme de miles de piecitas. Es un pasatiempo que requiere mucha atención y tiempo. Amigo/a, así es la vida.
El punto de esta alegoría es que es muy difícil hacer uno sin tener el cuadro delante de nosotros. El cuadro con sus líneas, colores, tonos diferentes y formas nos dirige el trabajo. Sin él, el montón de piezas no tiene sentido. No tienes idea de cómo armarlo. El chiste con el rompecabezas de la vida es que no vemos “el gran cuadro”. Sólo nosotros podemos amarlo pieza por pieza.
¿Cuál es el gran cuadro de tu vida? Es el plan que se diseñó para ti y que sólo tú puedes encontrarlo. Por esto, las decisiones son tan importantes. Malas decisiones arruinan el cuadro grande. Tienes que buscar la voluntad paso a paso. Se va descubriendo poco a poco y después de toda la vida debería resultar algo bonito, tal vez hermoso. La “Gloria” no es para el que arma con paciencia y tenacidad el rompecabezas sino para El que lo planeó.
Unas cosas elementales nos ayudan a empezar bien. Primero, hay que separar todas las piezas que forman las cuatro líneas rectas del marco del cuadro para luego formar el margen. Esto tiene que ver con el propósito general de tu vida. La separación de las piezas sirve para formar un espacio limitado y bien demarcado donde vas a trabajar. Luego necesitas encontrar un seguimiento de las piezas que se unen al marco hacia adentro, siguiendo siempre el cuadro.
Todo esto muestra lo importante que es dar cada paso, entre más chicas sean las piezas y mas de ellas tengas, más difícil se va a hacer encontrar el espacio para armar las piezas grandes. Siempre se empieza de lo más chico a lo más grande.
Siempre se piensa en el/la de al lado antes que él de abajo o el de más lejos. Siempre es el ser más cercano al cuál nos dirigimos para seguir el camino y completar nuestro "Rompecabezas De La Vida"
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